ENTREVISTA | ANA CANCELO
Directora de la casa de acogida para mujeres maltratadas
«Cuanto más anuladas están las víctimas, más se crecen los agresores»
No se cansa de repetir que existe otra vida mejor para las personas que sufren maltrato doméstico. Sabe que es muy difícil denunciarlo, pero tiende su mano para ayudar
Ana Lorenzo 15/11/2009
Llevaba varios años realizando su labor como trabajadora social para el Ayuntamiento, cuando en 1994 le ofrecieron un nuevo reto: hacerse cargo de la casa de acogida para mujeres víctimas de malos tratos. Ana Cancelo (A Coruña, 1970) confiesa que ha conocido muchos dramas, y que a veces ha sentido el impulso «de salir a las barricadas y a gritar lo injustas que son muchas situaciones». Sin embargo, está convencida que gracias a la labor que se realiza en esta entidad se le ofrece una nueva vida llena de esperanza a muchas mujeres.
-¿Ha cambiado mucho la atención a las mujeres maltratadas en estos quince años?
-Muchísimo, sobre todo porque antes las mujeres no estaban tan amparadas a nivel legal. Era muy difícil que a una persona víctima de violencia doméstica le dieran una orden de alejamiento de su agresor, era algo muy inusual. Las mujeres tenían que huir de sus casas, incluso de la provincia o de la comunidad autónoma. Había que escaparse, porque no había manera de conseguir una orden de alejamiento. Antes se trabajaba de manera muy distinta, porque también había muchos problemas de seguridad, y, como no había orden de alejamiento, los agresores venían a aporrear y a dar patadas a la puerta de la casa de acogida. Aunque la policía siempre acudía, no tenía amparo legal para detenerlos.
-Además de las nuevas leyes, ¿la sociedad también ha cambiado mucho?
-La opinión pública cambió muchísimo, sobre todo en la manera de identificar qué es esto, es decir, que se trata de un problema de género y no de delincuencia, ni de un problema pasional de pareja. Ahora la gente escucha y no es tan ajena. Mucha culpa de este avance la tienen los medios de comunicación, aunque en el tema de los malos tratos hay que tener mucho cuidado con el tratamiento de las noticias. Como siempre, todo tiene su lado bueno y su lado malo, pero el lado más amarillista de una noticia, como la de la chica que dio a luz sola y quiso abandonar a su hijo, sobrecoge a la opinión pública, pero inmoviliza y crea angustia a las mujeres que lo están pasando mal, porque piensan que no hay solución para su problema.
-¿Se ha incrementado el número de denuncias?
-Yo pienso que dar el paso de denunciar es muy difícil, hay que ponerse en el lugar de la persona y comprender la dimensión del problema; tener en cuenta cómo se ha educado esa víctima, que tiene un vínculo muy importante con esa persona que la maltrata y que es el padre de sus hijos. Es una relación que va mucho más allá, ya que esas personas sufren el síndrome del maltratador, porque se sienten anuladas por sus parejas y sienten que no valen para nada. Las mujeres se sienten inmovilizadas, con muchísimos miedos, y cuando más información y más recursos haya cercanos y amigables, las víctimas se acercan más a nosotros y deciden poner fin a esa situación, porque ven una solución más tangible y que existe una manera positiva para darle salida.
-¿Hay más maltrato psicológico que físico?
-Todo el mundo que acaba siendo víctima de malos tratos físicos también sufrió antes los psicológicos. El propio ciclo de la violencia funciona así: primero la violencia es más sutil, más soterrada, y luego llega el estallido más fuerte que es la agresión física. Una vez que recoges toda la historia de una víctima, es raro que no veas que antes de la bofetada, el empujón o el puñetazo hubo muchísimos malos tratos psicológicos. En este sentido, hay que tener en cuenta que con la violencia física es más fácil que se ponga la denuncia, porque se percibe el peligro, que te puede matar o hacer un daño físico que deje secuelas. Sin embargo, previamente los agresores ejercen una violencia psicológica para ir anulando a las víctimas, para que duden de sí mismas, e incluso para que se sientan culpables de la situación de enfrentamiento. Cuanto más anuladas están las víctimas más se crecen los agresores.
-¿Cómo es trabajar en una casa de acogida?
-Es un trabajo que desgasta mucho, pero hay que protegerse un poco, en el sentido de que la mejor manera de ayudar a estas personas es calmarse y ajustar bien la distancia profesional. Lo más importante es apoyarse mucho en el equipo que trabajamos allí. Aunque el trabajo siempre te lo llevas para casa, porque es inevitable, hay que intentar hacerlo de la manera más constructiva y positiva posible, intentar mejorar para ofrecerles la máxima ayuda y la mejor solución.
«Hay mujeres que han regresado al centro hasta tres veces»
El cierre de varias casas de acogida en los últimos meses ha hecho que la que dirige Ana Cancelo esté muy demandada y con sus quince plazas cubiertas en todo momento.
-¿Se puede decir que están saturadas?
-Siempre se necesitan más recursos, pero el problema que tenemos ahora es que las mujeres que están en la casa de acogida alargan su período de estancia. En principio, la duración de la estancia es de tres a seis meses, pero últimamente se va alargando, porque nosotros queremos que, cuando ellas salgan de aquí, tengan todas sus necesidades básicas cubiertas (alojamiento, trabajo...) para afrontar de manera estable una vida nueva, que no es fácil, sobre todo cuando se tiene hijos, y con lo difícil que es para todos conciliar la vida laboral y familiar.
-¿Las mujeres que están en la casa de acogida pueden irse cuando quieran?
-Por supuesto, pueden marcharse cuando quieran. Siempre decimos que las medidas de seguridad que tenemos son para que no entren los agresores, no para impedirles la salida a ellas. Nosotros no queremos tutelar a nadie, porque estas personas ya estuvieron muy tuteladas durante su vida por su padres, sus parejas... Queremos que ellas tomen las riendas de sus vidas, y sus propias decisiones. Hagan lo que hagan, las apoyaremos.
-¿Aunque vuelvan con sus agresores?
-Algunas deciden volver con su agresor, hay mujeres que han regresado al centro hasta tres veces. Lo importante es que sepan que las puertas de esta casa estarán abiertas siempre para ellas como la primera vez. Esto lo tenemos muy claro, porque sabemos que una de las partes de este problema es lo difícil que es romper con el agresor, y tenemos que aceptarlo. Lo importante es transmitirles a estas mujeres que aunque hayan decidido volver con ellos, que sepan que siempre pueden regresar aquí si lo necesitan. Nunca deben pensar que les vamos a cerrar las puertas, porque siempre les vamos a ayudar.
Con todo nuestro cariño y nuestro respeto:
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